Dirigiéndose a
todos declaró:
-Si alguien quiere ser mi discípulo,
que se niegue a sí
mismo, lleve su cruz cada día y me siga. (Luc.9:23).
Como les he dicho a menudo, y ahora
lo repito hasta con lágrimas, muchos se comportan como enemigos de la cruz de
Cristo. Su destino es la destrucción, adoran al dios de sus propios deseos* y
se enorgullecen de lo que es su vergüenza. Sólo piensan en lo terrenal. En
cambio, nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde anhelamos recibir al
Salvador, el Señor Jesucristo (Fil 3:18-20)
El que dice que permanece en él,
debe andar como él anduvo (1Jn.2:6).
- No es seguir viviendo conforme a mis criterios personales humanistas.
- No es aparentar ser como el dirigente, ni como quien me discípula.
- No es depender de mis capacidades personales, de mi dinero, de mis padres ni amigos, de mis dirigentes ni del discipulador.
- No es creer en mí, en mi novia, en mis padres, dirigentes, discipulador o amistades.
- No es comida, ni bebida.
- No es aparentar ser lo que no puedo ser, ni hacer lo que no puedo hacer.
- No es ser tomado por el Espíritu Santo, lo cual no hace el Señor sin el consentimiento libre del redimido.
- No es el conocimiento teórico del Evangelio de Cristo, y todas sus variantes teológicas.
- No es seguir todo viento de doctrina como niños fluctuantes.
- No es seguir practicando la conducta del viejo hombre, con todos sus vicios, malos hábitos, depravaciones y perversiones.
- No es permanecer dormido e ignorante, y no estar atento a la voz del Maestro.
- No es estar indiferente al amor eterno de Dios Padre.
- No es estar con una actitud displicente y negligente ante la obra de Cristo en la Cruz, y todo lo que implica ello.
- No es estar indiferente ante la injusticia que ocurre a mi alrededor.
- No es estar estático, sin el interés de clamar para saber que querer y hacer según la voluntad de Dios.
- No es murmurar contra mi hermano que tiene la misma sangre con la que fui bañado por Cristo.
- No es satisfacerme únicamente con las reuniones dominicales de la congregacion.
- No es pecar, llorar, pedir perdón, y volver a pecar en lo mismo.
- No es manipular ni controlar ciertas situaciones de mi interés con claros propósitos egoístas, además de humanistas.
- No es solamente leer las Santas Escrituras.
- No es decir, soy pentecostal, bautista, anglicano, católico, presbiteriano, adventista, asambleísta, luterano, cuadrangular, etc.
- No es tener buenas intenciones, buenas ideas, creatividad, mucho dinero, poder, influencias, super-voluntad, yo puedo, yo lo hago, déjame a mí, yo me encargo, etc.
- No es envidiar ni codiciar los bienes, dones de gracia, dones espirituales o ministerio que tiene tu hermano (a).
- No es tener celos de tu hermano (a).
- No es hacer caer a tu hermano (a).
- No es odiándolo, aborreciéndolo, maldiciéndolo, mirándolo con falsa piedad, atropellándolo, anulándolo, apartándolo, difamándolo, aislándolo, persiguiéndolo, acusándolo…todo esto y más lo hace Satanás.
- No es abusar de tu cargo de responsabilidad (sea cual sea) y faltes en consideración, respeto, comprensión, en amor ágape, prudencia en cuanto al trato de tu hermano.
- No es programar un montón de actividades para todo el año, sin consultar a Dios.
- No es hacer cosas, por muy buena intención, para Dios, si El no ha dicho que lo hagas.
- No es necesariamente ser diestro en el hebreo, griego, arameo y latín.
- No es prometer a tu hermano (a), lo que nunca vas a cumplir.
- No es intentar ser como Cristo.
- No es aparentemente, “te amo hermano (a)”.
- No es cuando me conviene y cuando yo quiero.
- No es burlarme de mi hermano (a).
- No es decirle algo intimo a mi hermano (a) públicamente.
- No es exhortar públicamente a mi hermano (a).
- No es recepción de información de parte del discipulador.
- No es participar de la Cena del Señor cuando yo quiera.
- No es amar el mundo en sus seducciones y encantos.
- No es cuestionar la autoridad puesta por Cristo en la congregación.
- No es ser gravoso (vago, perezoso, parásito) con mis hermanos ni en el mundo.
- No es predicar el Mensaje de la Cruz o Interceder sin SANTIDAD.
- No es ser “miembro de una denominación”.
- No es ser diacono, dirigente (anciano), profeta, evangelista, maestro, apóstol.
- No es destruir los lazos que Dios ya forjo entre los hermanos en Cristo.
- No es ser un ente divisor y turbador de la paz del Cuerpo de Cristo.
- No es ser miserable de espíritu.
- No es dudar y vivir en la incertidumbre.
- No es ser vulnerablemente influenciable, se supone que esta sobre la Roca (en esto, se descartan a los débiles en la Fe).
- No es: sino lo haces tú, nadie lo puede hacer.
Ahora, con todo lo que has leído:
- ¿Crees que eres un Discípulo de Cristo discipulandote?
- ¿Crees que realmente estas agradando a Dios Padre y no a ti mismo?
- Finalmente, ¿Crees que eres un genuino hijo de Dios, nacido por potestad de Dios, nacido en la Cruz, y eres realmente una nueva criatura en Cristo?
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