"¡Bendito
sea el Señor, que ha dado a su pueblo el descanso, conforme a todo lo que había
dicho! No ha caído por tierra ninguna de las promesas que él hizo por medio de tu servidor
Moisés. (1 Reyes 8:56).
Las
promesas del Señor son
sinceras como plata purificada en el crisol, depurada siete veces (Salmos 12:7).
Ya que poseemos estas promesas,
queridos hermanos, purifiquémonos de todo lo que mancha el cuerpo o el
espíritu, llevando a término la obra de nuestra santificación en el temor de Dios
(2 Corintios 7:1).
¿Cuántas
veces hemos comprometido nuestra palabra y no la cumplimos? Quizás no nos hemos dado cuenta de este error,
pero debemos saber que esto es una de las razones, además de otras, que daña la
credibilidad, confianza y unidad del cuerpo de Cristo.
Esta
actitud errada, sea consciente o inconsciente, en ambas formas hacemos un daño
silencioso, ¿por qué?, porque cuando decimos que tal cosa haremos y no
cumplimos, tal vez la primera pasa y no afecta al corazón al que se le empeño
la palabra, pero una segunda vez, te aseguro que desde ese momento su memoria
le recordara la primera, pero por amor al hermano, no objetara y no le dirá
nada, pero una tercera, te aseguro que esto provocara tristeza en su corazón, y
pensara – ¿qué le estará pasando al hermano, porque no hace lo que dice, acaso
he hecho algo mal contra él, este compromiso no es relevante para él, será que
tiene tantos problemas que para no hacerme sentir mal siempre me dice que si, será que yo no soy de su importancia…?
Imagínese
todo lo que usted quiera, dado que en la experiencia de la vida, sabemos que
son muchas las interrogantes que nos podemos hacer, pero una cuarta vez, les aseguro que cuestionara, no creerá, su
corazón será herido, se "provocara un distanciamiento", y pondrá en duda de inmediato, toda promesa que el haga, y también todo lo que declare dicha persona inconsecuente a otras personas.
En
este escenario, donde podría haber una quinta y sexta y etc., cabe recordar la
palabra de Dios que dice en Jeremías 17:5: MALDITO EL HOMBRE QUE CONFIA EN EL
HOMBRE. Uno podría decir, pero hermano, si estamos insertos en la Familia de
Dios, debemos confiar el uno con el otro. Si, es correcto eso, de hecho es un
mandato de Cristo que nos amemos los santos en Cristo, pero lamentablemente hay
casos en nuestra actitud que va en contra de lo que Dios está haciendo en su
edificio, en su familia, en el corazón del redimido.
Otro
punto a destacar y que no podemos pasar por alto, es que, en primer lugar,
convengamos que esta mala actitud o mala práctica, no cristiana, que no está en
el modelo perfecto de Cristo, es que esto puede venir de un hermano (a) que no tenga responsabilidades como diacono,
ministro de Cristo, anciano, etc., pero el mayor
problema, de mucho conflicto, es que si esto proviene de un hermano (a) que
tenga responsabilidades dentro de una congregación, los ribetes que esto puede
tener, son serios y complejos de resolver, dado que cuando no se zanja
oportunamente una situación relacionada con la reiterada inconsecuencia de dicho ministro o anciano o diacono,
será un problema que alguien tendrá que cargar y mientras no se resuelva,
abra murmuración, molestias, distanciamientos, rivalidades, indiferencias, divisiones
y todo tipo de situaciones ingratas que yo creo que ninguna congregación
quisiera vivir.
En
segundo lugar, que también es importante, y debemos estar muy conscientes de
ello, es que el afectado, al cual no se cumple lo prometido, ¡no sabemos qué
grado de madurez tenga en cuanto al carácter de Cristo en él o ella! ¿Por qué lo digo gritando? Porque usted ¿alcanza
a imaginar lo que pudiéramos provocar en un hermano (a) débil en la Fe? El
hecho de prometer una palabra a un murmurador es una bomba de tiempo que
explotara en la cara del que la prometió en el día menos pensado. Entendamos
por favor, que todos somos distintos en
cuento a la estatura de este Varón Perfecto, que es Cristo nuestro Señor, y por
lo tanto no todos tendremos la misericordia, gracia, longanimidad y amor, para
soportar a un hermano (a), sea quien sea, que no cumple sus compromisos y que
deja entredicho su real compromiso con su propia palabra.
CONSEJOS
PRACTICOS
- -
Antes de empeñar la palabra, asegurémonos que ahí
pones tu responsabilidad.
- -
Si ves que dicho compromiso te demanda una
responsabilidad, y no estás seguro de cumplirlo, ¡NO DIGAS SI! ¡NO LO DIGAS…!
- -
No se comprometa en que va a ayudar
financieramente a un hermano, cuando realmente nunca lo vas hacer, mejor ni lo
mencione, aunque te mueva la piedad, sea prudente y honesto consigo mismo.
- -
No prometas al viento, porque su soplido hará
desaparecer tu compromiso.
- -
Sea el escenario que sea, donde te veas en la encrucijada
de ayudar o no, no mires tu billetera ni tus posesiones, primero dispón tu oído
a la voz del Espíritu Santo y se obediente por FE.
- -
Seamos delicados con los niños, adolescentes y jóvenes,
porque en ellos la palabra tiene peso e importancia. No podemos fallar a las
generaciones que vienen atrás y menos a la que Dios ya levanto.
- -
Si comprometes tu palabra y cumples, excelente,
pero no esperes nada a cambio, simplemente haz lo que has dicho, pues así Dios
hace y así Cristo cumplió en la Cruz, ¡CONSUMADO ES!
- -
Si siembras responsabilidad y cumples fielmente
tu palabra empeñada, cosecharas credibilidad, confianza y respeto en la tierra
y en los cielos te aseguro que cosecharas la honra y gloria del Padre. ¡Dios
honra a los que le honran!
- -
Cuando digas sí, que el cumplimiento sea con
excelencia para que tus actos honren tu si, de manera que impidas que alguna
boca se abra contra ti.
- -
Cuando pidas algo prestado, sea lo que sea, cuídalo
como si fuese tuyo y devuélvelo intacto, tan pronto como te sea posible.
Demuestra que tu amor a tu hermano es coherente, no seas gravoso (carga inútil). Si pierdes o
estropeas lo prestado, ¡restituye pronto!,
no sea que, aunque no te des cuenta, tú serás cuestionado en la banca y en el
púlpito. Si no tienes los medios para restituir, al menos, pide perdón sinceramente,
y cuando tengas los medios restituye, a no ser que él te diga que no es
necesario.
- -
Por ningún motivo hagas compromisos públicos, te arriesgas
al desdén y oprobio.
Amados
hermanos, esta reflexión y exhortación la hago de manera urgente, porque EL
TIEMPO SE ACABO, no hay tiempo para las tonteras y falsas promesas, NO LO DIGAS… que nuestro si sea si y
nuestro no sea no, es mejor molestarnos porque no puedo empeñar dicha palabra,
y quizás tener una breve y temporal discusión, en vez de generar un infierno en
el cual ni tu ni yo queremos estar, seamos sabios, según Dios, e inteligentes
como Cristo y prudentes como el Espíritu Santo, de manera que el nombre de
Cristo no sea exaltado solo dentro de la congregación, sino que Dios sea
glorificado por que la palabra del cristiano es firme y se cumple sin tardanza.
No lo digas…si realmente no lo harás.
Dios no está jugando contigo y tampoco con tu hermano.
0 comentarios:
Publicar un comentario